Nos dieron la noticia, un vagón de patatas venía para El Toboso. Esto ocurría en el año 37. En nuestra casa había un sótano donde podían almacenarse a buen recaudo. Y este fue el sitio elegido. El sótano quedó lleno de patatas hasta rebosar. Claro, en la puerta pusieron un candado. Mi madre, con la ayuda de Alejandro Mena, el guarnicionero, y probando llaves de un manojo, intentó abrir el candado. Había una pequeña ventana en la cueva que daba al patio. Al final, no recuerdo como, sacamos patatas. Comimos patatas, nosotros y algunos allegados. También se pagó en especie a Doña Brígida, nuestra maestra. Doña Brígida dibujaba con un palo en la tierra el mapa de España; aprendíamos así los accidentes geográficos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario