miércoles, 3 de agosto de 2011

La pala de madera

Mi padre se compró un coche en el año 35, un Fiat. En este coche fuimos a Alicante. Fuimos todos, mi madre, mi padre conduciendo, y mis tres hermanos. Nos llevamos también a la muchacha. Nos hospedamos en una casa y mi madre hacía la comida para nosotros. Ese verano, mi padre me compró un cubo y una pala; conservo la pala.

Un vagón de patatas

Nos dieron la noticia, un vagón de patatas venía para El Toboso. Esto ocurría en el año 37. En nuestra casa había un sótano donde podían almacenarse a buen recaudo. Y este fue el sitio elegido. El sótano quedó lleno de patatas hasta rebosar. Claro, en la puerta pusieron un candado. Mi madre, con la ayuda de Alejandro Mena, el guarnicionero, y probando llaves de un manojo, intentó abrir el candado. Había una pequeña ventana en la cueva que daba al patio. Al final, no recuerdo como, sacamos patatas. Comimos patatas, nosotros y algunos allegados. También se pagó en especie a Doña Brígida, nuestra maestra. Doña Brígida dibujaba con un palo en la tierra el mapa de España; aprendíamos así los accidentes geográficos.

Elvira tenía 6 años

Nunca mejor que hoy, 18 de julio de 2011, para recordar lo que ocurrió hace 75 años en nuestra casa. Comenzaba la guerra del 36. Fue ese un día fatídico. Dormía la siesta con mi padre. Varios hombres armados con fusiles y vergajos nos despertaron. Preguntaban insistentes por el lugar donde se escondían las armas. En el porche de la portada encontraron una pistola. En seguida, sin más palabras se lo llevaron a la iglesia, a la capilla de los hierros. Allí, junto a otros hombres, dejaron a mi padre encerrado. Desde ese día le llevamos la comida; no sabíamos si se la daban. Esto duró hasta el 22 de agosto. Ese día fuimos a llevarle la cena como de costumbre, y un tal Rosendo, que hacía de carcelero, le dijo a mi madre que ya no necesitaba nada. Sin separme de mi madre, a la que vi sufrir, nos volvimos a casa.